miércoles, 13 de junio de 2012

Fotos con los Lopenta

Dos fotos, con los nombres de los participantes en la marcha del pasado 3 de junio, con nuestros amigos de Benavente. Pincha en las fotos para verlas mejor:



La primera, al salir, en La Fuencisla. Falta Alberto, que se unió a nosotros en el Azoguejo.



La segunda, en el Cerro del Puerco. Falta Santos, que estaba haciendo la foto.

lunes, 11 de junio de 2012

La multiplicación de los "Peces"

¡¡Recontra!! ¡Si ya es lunes por la tarde y todavía no he publicado la entrada semanal! ¡Qué va a ser de mis fidelísimos lectores y, sobre todo, de ese Mark-Itos postrado en el lecho del dolor (lumbar)!

Para empezar, tengo que deciros que el jueves pasado nos dió por salir a dar un rulo a los que aparecen en la siguiente foto, a los que ya habréis reconocido.

(El hombro es mío)
La idea era subir al collado de Tirobarra. El único que no lo conocía era Mario, pero Jorge quería conocer el camino que va desde Marichiva, que ya lo había hecho este verano por la ruta "tradicional", desde el Norte, por el Vado de las Cabras.


Hizo una tarde perfecta, con el cielo nublado y la temperatura muy suave. Jueves por la tarde, teníamos la sierra para nosotros solitos.


Disfrutamos de las vistas después de la dura subida, con su pequeñño tramo de "empujabike".


La bajada la iniciamos por la exuberante ladera, que estaba, además de amarilla, casi intransitable.



Ya que estábamos, pensamos si sería posible subir al Peces... Y Chomin nos dijo que sí, que era posible. Hacía tiempo que no visitábamos a nuestro viejo amigo el pino solitario del collado del Río Peces.


Ya puestos, y para dar el puntito de picante, elegimos salir directamente hacia el Este, atravesando un tramo de bosque inexplorado.


Pues nada... ¡todo p'abajo, qué se le va a hacer! No es la primera vez ni será la última.


No describiré el maravilloso tránsito por el bosque de la Acebeda ni la bajada hasta la pista que no conocía Jorge y que no hacíamos desde hace tiempo; más que nada para no desatar oleadas de malsana envidia, pero os podéis hacer una idea, ¡a que sí!


El final de la etapa, no por conocido, dejó de ser una verdadera delicia, ya que la luz del atardecer nos dejó unos paisajes "de documental de la 2".



Las fotos no hacen justicia a lo que teníamos delante de nuestros ojos, ya os podéis imaginar, pero aquí os he dejado unas pequñísimas muestras.


En fin, una maravillosa tarde de duro y relajante pedalear, que en estas ocasiones son dos términos no contradictorios.

Mario, como ves, me he mordido la lengua, jejeje.

Aquí os dejo el álbum de fotos de la etapa. Creo que merece la pena que le echéis una ojeada:



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El domingo subimos a la sierra a la vez que se vacíaba, al saber que llegábamos nosotros, los sherpas locos.

Nosotros subimos, los demás huyen despavoridos...
Aquí veis a mis dos acompañantes del domingo, dos desentrenados sherpas. Se les ve en el gesto: uno sopla; el otro, aprieta los dientes.


El Sherpa (yo no le dije ni esta boca es mía) propuso subir al collado del río Peces. Tampoco importaba demasiado, pues esta vez íbamos a atacarlo por el Norte, en ruta opuesta a la del jueves.

Con cada curva que dábamos subiendo a Navahermosa, ganábamos una considerable altura, ya casi ni nos acordábamos. Ete casi se marea de mirar p'abajo. Poco acostumbrado está últimamente el chavalín.


Como el ritmo era, digamos, cansino, me daba tiempo a hacer fotos, mandarlas a revelar, recogerlas y, si no salían bien, repetirlas. Aquí se ve, allá en los abajos, la Cruz de la Gallega, Matabueyes, Atalaya...


Navahermosa. Ya hemos pasado lo peor. Mientras hago la foto, me quedo frío, que sudar he sudado y se está echando la niebla y el día está tirando a fresco.



Última subida hasta el collado, por la vereda de Navarrueda. Estuve buscando el nido de buitre que había hace años en uno de los pinos, pero no lo vi. ¿Seguirá allí y no habré sido capaz de localizarlo? La verdad es que no me apetecía para en medio de la subida. Otra vez buscaré con más afición.


Cuando Ete llega al collado, la niebla ya da al día un aspecto de pleno octubre.


Y allí sigue nuestro amigo, imperturbable, aguantando lo que le echen. A su sombra (es un decir) nos tomamos un par de barritas y decidimos que la salida la haremos por el arrastradero, desembocando el el cargadero de Cereceda.


Quiniestos metros de bonita y dura bajada.


En Cereceda, foto.


Seguimos por el mismo lugar por el que bajamos el jueves, disfrutado de la bajada hasta la pista, esa que tanto gustó a Jorge. Sin embargo, decidimos dirigirnos por el bosque hacia el Oeste, por El Guijo, para cruzarnos con la cañada (la Soriana Occidental) justo al sur del pantano de Revenga y bajar hasta su cola (con perdón). Jugosos y poco transitados lugares que hacía tiempo que no visitábamos.



Por la cañada, bajando hacia el pantano.


Se iba a bajar, pero como me vio preparado con la cámara, se lo pasó como el profesional que es.


Y con unas cuantas fotos creativas más, la etapilla iba llegando a su fin.


Nada más digno de mención, salvo que fuimos adelantados en el tramo de carretera entre Hontoria y el Puentejierro por una caravana de clásicos.


¡Más clásicos que nosotros mismos!

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.