jueves, 5 de julio de 2012

¡Cumbre!

Aunque no teníamos demasiado claro cómo se nos iba a dar, el pasado jueves iniciamos, Jorge y yo, una ruta que nos iba a llevar hasta "la cumbre". Peñalara era nuestro objetivo. Hace un tiempo, el mismo Jorge se dedicó a reconocer una parte del terreno "a patita". Además, teníamos la referencia de otros locos (Kapitanpedales) que se nos habían adelantado. ¡No podía ser que los sherpas se quedaran mirando!

Me ahorraré la subida a Cotos.

Desde allí, la cuestión era sortear el Parque para no tener problemas con los guardas. La verdad es que no tendría por qué haberlos, ya que la ruta lo bordea en todo momento. Iniciamos la subida por esta pasalera, a la izquierda según se sube desde el puerto. ¡Primera zona a patita! Ya no va a ser ciclable el 100%.


El sendero que sigue es, en su mayoría, inciclable. Nosotros, en los pequeños tramos en los que podemos, pedaleamos un poco. Pero la verdad es que casi no merece la pena derrochar en esto las energía que necesitaremos más adelante.


Unos veinte minutos de empujabike nos dejan jadeando un poquito; sobre todo, al de azul de atrás, que parece que tiene mala cara. Mientras, Jorge aguanta el tipo ¡lo justo para hacer la foto!


Hace fresco. Bastante para ser julio. En el siguiente tramo el sendero ya es, aunque estrecho, apto para el pedaleo. Seguimos subiendo, pero los paisajes nos distraen y, con la charla, casi no nos damos cuenta del esfuerzo (es un decir).

Ahí abajo Valdesquí, la Bola...

Estamos en el camino a Peña Citores y, poco a poco, se va echando la niebla. Cada vez hace más fresco.


En unos instantes la niebla lo envuelve todo. Nos tenemos que abrigar ¡parece mentira!


Llegados a la Fuente del Pájaro, tomamos un breve respiro. No demasiado largo, porque el sudor de la subida hace que notemos bastante el frío si nos quedamos quietos.


Un plátano, una manzanita, unos frutos secos... y al tajo, que no nos pagan por estarnos quietos.


Lo bueno que tiene la niebla es que no ves lo que te queda por delante. O, mejor, ¡por arriba!Ignorantes de lo que nos queda, sufrimos menos.


Al ver la foto compruebo que no fue una alucinación: Allí estaba, sentadito, tan tranquilo, este habitante de los piornales. Le pregunté, preocupado, pero me respondió que estaba muy bien, que no tenía ni pizca de frío. Pues nada, 'taluego, que le vaya bien.


¡Anda, tú! Tan concentrados estábamos en no perder el track y en mantener el equilibrio cuando las ruedas se encajaban entre las piedras, que no me había dado cuenta de que ya estábamos por encima de los 2300 metros de altura. ¡Y casi sin darnos cuenta! (De nuevo, es un decir)


Se intuye a Jorge en la foto, ¿no? En este tramo nos habíamos apartado del track previsto siguiendo lo que nos parecía el camino más natural, pero haciendo caso a nuestra intuición(?) parece que incluso acortamos algo el camino. No es normal que nos salgan así esta clase de jugadas, que semos sherpas.


La ladera se empina y alternamos el pateo con los pedales, que en la variedad está el gusto. Pensamos que la bajada va a ser complicada, que va a ser poco practicable; luego veríamos que no.


Parece que aquí alguien se ha entretenido amontonando piedras. Poco se nota el trabajo. ¡Muchas horas van a tener que echar para dejarlo limpio!


Como os he dicho, la subida la hacemos alternando el pateo...


...con los pedales, cuando es posible. (Y todo esto, no sé si os habéis dado cuenta, sin botellas de oxígeno, cosa que hay que valorarnos)


Los jirones de niebla comienzan a retirarse cuando comenzamos a ver a los primeros caminantes. Es cuando nos damos cuenta de que estamos casi en la cumbre de Peñalara.


Mira, ahí arriba está. Solo tenemos que hacer un último esfuerzo.Uno más.


Jorge ya ve que está hecho. La verdad es que la alegría es grande. Hemos subido hasta arriba (hasta arriba de verdad) y se nos ha dado muy bien.


El último repecho se merece subirlo sin echar el pie, hay que intentarlo.


Y así lo hacemos; para mí, la parte más gratificante de la subida. Yo pensaba que la cumbre habría que hacerla con la burra a cuestas... pero no.


Esto ya si que es "arriba". La cumbre de Peñalara: 2428 metritos sobre el nivel del mar en Alicante.


Es imposible poner todas las fotos, así que os pongo el enlace al SkyDrive, en que tenéis también unas cuantas panorámicas. Desde allí las vistas son, podéis imaginarlo, espectaculares.


¡Anda que...! “Instituto Geográfico Nacional. Vértice Geodésico. La Destrucción de esta señal está penada por la Ley” Por lo menos, al cilindro no lo han destrozado a cabezazos...


Documento gráfico en el que queda claro que yo llegué más arriba que Jorge, jijiji...


Mirad a ver si veis algo extraño en Jorge al ampliar la afotografía:


Nuestra querida Segovia, cubierta por las nubes. La foto no hace justicia al espectáculo que allí se nos presentaba.



Tanto en la cima como en la primera parte del descenso nos encontramos con unos cuantos andarines. Todos nos miraban sorprendidos ("anda que si os lo mandan de castigo, no ñp hacéis..."). Todos de buen rollo, sin malas caras, ningún problema por cruzarse con una bici por estos parajes. Como tiene que ser. Y es que, con respeto, la montaña es de todos ¿no?



Antes de descender hicimos una pequeña visita a las peñas vecinas.


Y luego, sin saber muy bien qué tal se nos daría, nos dispusimos a bajar pasando por Citores.


Lo que nos parecía que iba a ser técnicamente dificultoso fue un descenso tenso, pero factible. Las suspensiones cumplieron bien su cometido, que para eso nos cuesta tanto su  mantenimiento.


¡¿Quién ha puesto aquí esta piedra?!


Pedalear por esas alturas es una delicia. Poco antes del lugar en el que está hecha esta foto atravesamos un delicioso sendero serpenteante, divertido, rápido... Verdaderamente merece la pena el esfuerzo realizado para subir hasta estos parajes.


Vecina a un cercado y a los restos de construcciones de la guerra civil, Jorge me enseña la placa en memorial del teniente de infantería del Batallón Alpino José Pérez Leatherdale.



Un poco más adelante, la niebla vuelve a hacer acto de presencia.


Descendemos por el único camino posible...


...aunque a veces no sea tan posible.


¡Hey!¿Cómo paso yo por aquí?


Tanto Jorge como yo tuvimos que engañar a nustras sufridas bicis para que no se negaran a continuar: "Venga, que esto se acaba, que ya llegamos. No hay más piedras, troncos, ni jaras. Vamos bonita..."


Nota para mí mismo: Para la próxima, que no se me olvide echar a la mchila un par de medias altas. Jorge ya me había avisado, pero se me olvidó. ¡Llegué a casa con las pantorrillas hechas un Cristo!


Por fin: Mirador del Cancho, y allí, pequeñito, el refugio de Citores.


¡Vaya balcón, qué vistas! Pincha, lector, y repasa las cumbres.


Y descendiendo un poquito más por un tramo sin terminar de asfaltar...


...vemos el refugio desde más abajo. Pinchad y fijaos dónde está el refugio y dónde la bici. ¡Un tramo exigente!


En unsantiamén pasamos por el Boquete Alto y por el Bajo de Majalgrillo, por parajes que pocas bicis habrán hollado. Una o ninguna, me atrevería a apostar.


La cámara es testigo: Jorge se tuvo que bajar para superar este palito en el camino. ¡Estos de Galapagar...!


Y seguimos bajando, mayormente a ojo; más o menos por donde quieren las bicis. Porque camino, lo que se dice camino... poco hay.


Y desde Tetas de Vaca el trazado ya es conocido. Continuamos la divertida bajada bastante t'otieso p'abajo.


¡Anda! ¡Si no me acordaba de la cuestaca esta! De vez en cuando cruzo un poco la bici, porque los frenos a estas alturas ya están casi de adorno.

Como es habitual, esta cuesta no parece lo que es, va sabéis...
Con una precisión inusual en los sherpas, acertamos a cruzar la pista de la Cueva del Monje justo en Majarrompe. Desde aquí, Jorge se empeña en bajar por t'olmedio, aunque yo no estoy demasiado convencido. Sin embargo, damos con los restos de una senda sin usar desde el siglo XV, que me cuesta los últimos arañazos del día.


Barato precio para la gran recompensa: ¡Salimos justo en la pértiga de la Cantina, donde tenemos los coches! ¿Chiripa? ¿Puritita serendipia? ¿Estamos dejando de ser sherpas? ¿Hemos consumido la suerte que nos corresponde para el próximo quinquenio...? ¡Que nos quiten lo bailao!


Como dato interesante, me dice Jorge que en la bajada hemos descendido 1.100 metros en unos 9 kilómetros. ¡Ya notaba yo cambio de presión en los oídos!

A ver si este verano hacemos etapas más concurridas y nos animamos a salir un poco. Parece que todos estáis más por ir a Irati en septiembre. No me viene tan bien, pero todo sea por la comunidad. Entre tanto, supongo que no sería tan difícil salir un par de días por ahí; no sé, proponed.


Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.