viernes, 24 de agosto de 2012

Nocturnada de fuente en fuente

Anoche, pequeña nocturnada en compañía de Pablo, Jorge y Boli. ¡Ah! También nos acompañó Lucas, sherpa honorífico a la espera de fecha en la que celebrar la ceremonia oficial de nombramiento. Piscolabis a cuenta de su padre, ¡por supuesto!

De fuente a fuente y tiro porque me lleva la corriente es una magnífica manera de plantear una excursión en verano, aunque anoche ya se notara un pequeño bajón en las temperaturas. Subimos por la de la Teja, luego por la de la Plata, y la primera parada la hicimos en la del Chotete, todavía caudalosa y fresquita. Un regalo.


En Dos Cabañas, el que se refrescó fue Lucas, al que vemos saliendo del baño después de rescatar un palito que le lanzó papá Boli.


Desde allí y hasta el desvío al Salto del Corzo logré, con un pelín de suerte, no poner un solo pie en la puñetera cuesta que casi todos conocéis. Digo con suerte, porque en un par de ocasiones me resbaló la rueda trasera en el terreno seco y suelto, y a puntito estuve de poner el pie. Pero no. Fotos en la "cumbre".

 

Ooootra más: En la fuente del Raso del Pino, otro refrigerio. Nos lo habíamos ganado. Se intuye en la foto la bonita luz que había en esos momentos previos a la puesta del sol y en los que el bosque se transforma en un lugar especial, casi mágico.


Ya en Fuerapinos, cerca de nuestro objetivo, que no era otro que la fuente de Moreiras, que se me pasó el último día que subimos a Pájaros. Esta vez tenía la referencia en el gepese de las coordenadas del libro de Ignacio Maderuelo.


Cerca de donde tenía el waypoint marcado, Pablo oyó claramente una corriente de agua. Había una jugosa tolla que remontamos y, un poco más arriba, protegida por una vegetación baja y un terreno todavía muy encharcado, estaba la esquiva fuente.


Fijaos en el lugar. Estaba apartado unos 100 metros del sendero. Y si ahora, en pleno agosto está así, en primavera debe de ser exagerado...


El caño de PVC casi no se ve, pero las piedras indican claramente su situación; pero hay que buscarla, no es fácil de ver si no se busca.


Primer objetivo cumplido. El segundo era encontrar la vereda de la Fuente Fría que, por lo que se aparece en el mapa de los Montes de Valsaín, debería pasar por ahí.


Unos metros de costoso pateo entre la vegetación baja y densa y el terreno aterrazado y húmedo nos hicieron desistir pues, aunque seamos sherpas, no se veía absolutamente ningún indicio de senda, camino o vereda ni nada remotamente parecido.

¡¡Aparte de que no veíamos un pimiento!!


Después de disfrutar un momentito más de los colores del ocaso...


...y alguna que otra foto más, iniciamos el descenso.

Padre e hijo.
El descenso fue tranqui.  Como dijo Jorge, en muchos momentos Lucas iba más deprisa que "algunos". Pero yo bajé a esa velocidad como un rey, disfrutando del aire fresquito de la noche y sin ninguna tensión a pesar de lo suelto del terreno y de la polvareda que levantaban los caMbrones que iban por delante.


En la bajada, pequña visita a la fuente de las Tres Varas que Jorge y Boli aún no conocían.
- Aquí una fuente, aquí unos sherpas.


Aún nos quedaba pasar de nuevo por la fuente de la Teja, esquivando pinos y robles que se iban poniendo en nuestro camino, cómo se movían los jodíos. Bajábamos con la sensación de haber hecho una nocturnada sencilla y corta, pero la verdad es que tiene unos buenos rampones y que subimos casi a los 2000 metros (1965 metros indica de altura máxima el track que grabé). Como comentamos más tarde, más arriba que la Fuenfría y que Navacerrada. Bastante más y en mucha menos distancia.

Al llegar a La Granja, nos dimos cuenta de que todo estaba paralizado porque la tele estaba verde y con unos puntitos moviéndose muy rápido y chocando entre ellos. La gente gritaba, pero nosotros no les hicimos demasiado caso. A lo nuestro. Y el final, como deberían ser todos los finales. Un par de imágenes solo, que en lo que sacaba la cámara perdía bocado:


Y entre bocado y trago, historias del abuelo Boli, que ya está mayor, y nos cuenta, con una chispa en los ojos, sus batallas con la amoto, de cuando era ajoven...


Por cierto, la parte más sherpa de toda la etapa fue al final. A la vuelta, intentando acortar hacia la gasolinera, todo oscuro y rodeados de ladridos, nos perdimos en la maraña de callejuelas de las granjas de La Granja. ¡Perdidos entre judiones!

En fin. Yo, a lo mío: Si esa vereda está en el mapa, es por algo. Más pronto que tarde tendré que ponerme un rato con ella.


Y si veis que durante un tiempo dejan de publicarse entradas en este blog... ya sabéis dónde buscarme.

- o -

NOTA: Atentos-toos, que parece que el domingo salimos prontito para hacer algo por Abantos, el Escorial y esa zona del lejano extranjero. Cuando haya algo, lo pongo en los comentarios de "Cómo quedamos".

miércoles, 22 de agosto de 2012

Excursión a Las Calderas por el acceso C

Estaba previsto un relajadísimo y plácido domingo(!) de bici, a ver si de una vez era capaz de llegar a casa sin ninguna magulladura, rozón, herida o estropicio en general. Por eso propuse hacer una excursión a Las Calderas, lugar que curiosamente no visitaba desde mi adolescencia, allá por los siglos de la tele en blanco y negro, y de la carta de ajuste, despedida y cierre, y hasta el día siguiente.

Convencí, no sin rebajarme con súplicas y ruegos varios, al sherpa-Sherpa y, ya que estábamos, a la sobrina-sherpa-Ire. Pablo, que entró en el blog (no como otros, y no miro a nadie) dejó su mensaje correspondiente, confirmando asistencia. Ya en el carril bici fuimos sorprendidos por la retaguardia por el sh-Ete. Y así, contentos y relajados, nos fuimos acercando, contándonos nuestras cositas y tal, al Real Sitio de san Ildefonso, lugar en el que, por cierto, deben estar hartos de vernos este verano.


El Pontón comienza a necesitar de las lluvias del ya próximo otoño. Dentro de nada estaremos pasando por el puente que hay justo ahí, donde muestra la foto, cubierto por el agua.


Salimos de La Granja por el Paseo de la Casa de Vacas para ir encontrándonos, poco a poco, con el Cambrones. Nombre, por cierto, con sonoridad sherpa: ¡¡CAMBRONEEEEEES!!


Transitamos, también, por un puentecillo que hemos hecho muchas veces al volver de la Atalaya o de otras vueltecillas por el Cambrones.


-¡¡Eh, Ete, que es p'arriba!!¡¡Annnde vaaaaas!!


Aunque yo también iba a seguir "t'o-tieso", nos dijo Pablo, conocedor(?) de la zona, que el otro camino era más bien para andarines, no tan bueno para la bici. Nosotros, sencillamente... ¡le creemos!


La puñetera loma no parecía lo que en realidad era; poco a poco fuimos ganando altura a la vez que calidad en las vistas. Atrás, La Granja.


A estribor, las Peñas Buitreras, si no me equivoco.


Y a las diez, la mole de la Atalaya, que desde Fuerapinos, el otro día, parecía tan pequeñita.


Ire subía sin protestar, como si fuese un sherpa veterano, a ritmo diesel.


Tanto subimos con la cabeza gacha, que nos desperdigamos y perdimos el sendero. Bueno, no lo perdimos: es que ya no había nada parecido a un sendero.


Y lo que nos quedaba era buscar el camino por la ladera, descendiendo hasta Las Calderas. Por allí abajo estaban, más o menos.


Lo malo es que "para abajo" quería decir exactamente eso: ¡to p'abajo! Y de camino o parecido, nada de nada.


Este era el panorama.


Ete busca alternativas, pero estaba claro que había que arrastrar la burra. Aunque en esta ocasión, qué alivio, no era cuesta arriba.


Foto en plena faena. Era más difícil de lo que parece en las fotos, que conste.


Pero al final, después de algún que otro tropiezo, algún resbalón y un par de enganchones en zarzas -¡qué vicio!- llegamos al río de sonoro nombre.


Tuvimos que cruzarlo, que el sendero(!!!) estaba en la otra orilla.


Sendero:


Pero la verdadera verdad es que mereció la pena cuando ante nuestros ojos, que se han de comer los gusanos, vieron ese maravilloso oasis de frescor. Habrá más maneras de llegar, pero esta penosa "opción C" nos dio la oportunidad de apreciar más, si cabe, el lugar.


"Caímos" cerca de la caldera del Guindo, según nos dijo Pablo. Luego remontamos, después de aparcar las bicis, quién se las iba a llevar, hasta la Caldera Negra.



Con cuidadín, que en estas rocas las zapas de bici son un poco traicioneras...


El gesto del sherpa-Sherpa auguraba lo peor!!!


Omito las fotos más íntimas (e intimidatorias) para poneros esta en la que le vemos iniciando un largo.


Entre la foto anterior y ésta median unos diez minutos: por fin nuestro sherpa llega al otro lado de la caldera, completando un glorioso, gélido y sufrido largo.


Ya le dije yo que nunca debió haber vendido su querido flotador de patito.


¡Eh! Lo mejor llegó cuando Sherpol me advirtió que en uno de los márgenes había una fuente. -¡Pablete, cómo no me lo habías dicho antes! Recóndita, salvaje, escondida y fresquita, aquí os la presento: la fuente de la Caldera Negra (a falta de otro nombre) Solo espero que los de Bezoya no sean lectores habituales de este blox.


En la instantánea, Sherpol probando las aguas. Probablemente medicinales.


¿Por qué la llaman la Caldera Negra?¿Eh, por qué?


A la vuelta lo comentó el sherpa-Sherpa, aún castañeteando los dientes por lo escasamente caldeado de las aguas: Tenemos que hacer de ésta una etapa clásica. Bañito anual en Las Calderas. Muy bien. Yo, además, me esperaba que estuviera lleno de gente pero, afortunadamente solo nos cruzamos -al menos en esta zona- con esporádicos y respetuosos andarines.

Fijaos qué límpidas aguas. Fijaos qué sherpa tan feo.
Hala, nos vamos...

 

Vuelta hasta las bicis. No dudamos de que allí seguirán.


Y con las bicis, un rato a cuestas. Pero ni comparación a lo que había sido la "opción C".


Esta fuente del camino de Las Calderas (¿qué otro nombre podemos darla, que no hay ni cartel?) ya la tenía yo marcada en el gepese para su localización, pero Pablo ya la conocía. En la foto vemos al sh-Sherpa en pleno análisis de las cualidades organolépticas del fluido manante. Po-favó: no perderse el careto.


La jodía pretende ocultarse entre la verdura, pero nada -¡NADA!- escapa a la sagaz vista del sherpa-Tris. (O casi nada)


Al ver la foto resuenan en mi cabezota las palabras de Sherpol: "Es un camino para andarines, no es para bicis ...icis ...icis ...icis". Sí, ¿no?


La mañana aún nos reservaba otra sorpresa: justo antes de cruzar el último puente sobre el Cambrones, cerca de Berrueta, una última fuente. Esta sí que tiene nombre -y original-: la Fuente del Puente. Ete observa que cuando el cauce del río se recupere, probablemente será una fuente subacuática. Es difícil de encontrar, pero gracias al cartel la localizamos en poco tiempo. Otra fuente para la saca... ¡vaya día!


Con la satisfacción del deber más que cumplido,cruzamos el puente y, doce kilómetros má adelante, concluímos esta excursioncilla, que casi se convirtió en etapa.



Ya está.

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Problemas con el pecé han hecho que esta crónica se retrasara. He estado preocupado por lo que pensaría Markitos, sin una crónica que echarse a la boca, y por eso me he dado toda la prisa posible. Como voy a hacer una renovación casi total del parque informático, no sé qué tal se nos dará en los próximos días. Cambiar de sistema operativo está bien de vez en cuando, y ya iba siendo hora -¿nueve años con el XP?-. Lo malo no va a ser pasar los datos, eso está casi solucionado. Lo malo va a ser instalar decenas de programas y configurar todo para que me funcione parecido a como hasta ahora lo ha estado haciendo mi querido y viejo cacharro electrógeno (pecé). En fin, espero qe no me cambie demasiado el humor.

Mientras, nocturnada del jueves y gente que viene a Irati el 14, 15 y 16 de septiembre. Por ahora, Sherpa-Sherpa, Ire, Jorge, Boli, Tris y señora. Hay plazas para veintiocho más. Hay que elegir alojamiento, probablemente en Ochagavía. Son fechas que a mí no me vienen demasiado bien, pero parece que así podemos ser más. A ver si es verdad...


Apuntarsus, que no sus arrepentiréis.



Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.