miércoles, 10 de julio de 2013

Epístola a Marcos

Querido amigo Marcos: Espero que al recibo de la presente te encuentres bien; nosotros, no nos quejamos. Aunque podríamos. Ya sabes que el continuo abuso de la osamenta ha provocado un desgaste rodillil que me tiene casi postrado e inhábil para etapas más ambiciosas.


Por eso, aunque te empeñes en que te cuente cosas, la salida del domingo dió (¡dio!) para poca cosa, aun historiándola y adornando los hechos. Te puedo decir que tu primo y su vástaga recularon rápido, lo que al final fue buena cosa: tanto tiempo libre en casa redundó en la sabrosura de la paella que nos iban a preparar a la vuelta.


Tu hermano Ete y servidor cruzamos la pradera de Valsaín ("¡vamos a hacer algo fácil y flojito, que encima hace una caloooor...!") y pudimos apreciar que aún resistía jabatamente el Nevero de San Juan. Cuando escribo esto, el Nevero de San Cristóbal ya.

Si no lo ves, amplia la foto. Alguno más queda.
En un ejercicio de agudeza visual, te puedes entretener, Marquitos, en encontrar al caballo con cinco patas. Ya te digo que Ete no es.

Si todavía lo estás buscando, mal andas de la vista...
Hasta la Boca del Asno nos lo pasamos saludando a las hordas de andarines ocasionales que pueblan estos bosques en días como este domingo. No vemos tantos cuando el birujillo se enseñorea de estos lugares, no. Desde allí, cruzamos a la izquierda de la carretera, más que nada por variar. Y entre que el sendero no es lo que se dice llano, y que en algún trozo tomamos alternativas equivocadas (incluso inexistentes en ocasiones), la cosita no fue tan plácida ni veranoazulera como podría parecer.


En el Puente de la Cantina, después de breve refrigerio, tomamos el senderillo que yo llamo "de las hayas" (aunque no haiga hayas). Aunque no está tan espectacular como en estaciones más húmedas, es un paeo precioso. Eso sí, más dificultoso en este sentido que en el que habitualmente lo tomamos, de vuelta (bajando de Cotos, por ejemplo).


Todavía el arroyo Venerillo vierte aguas en el del Paular. Paramos un momentín en esta preciosa poza, valorando la posibilidad de meter los pinreles. Al calcular, así por encima, la diferencia aproximada de temperatura pinrel-agua, decidimos que mejor era no tentar a la suerte.


To-parriba, el verdor nos envolvía. A aquella altura de "etapa", ya habíamos contactado con los restos de la tribu sherpa: una escisión estaba subiendo por Navalaviento (Chomin, Sherpol, Joaquín Rueda y Paco) mientras que otro grupeto (Bili, Alber y Quique, amigo de éste) estaba saltando por el "cartelón", después de haber hecho un Schmidt, para tomar la bajada por el arroyo de las Pintadas.


Más verdor. A Ete se le traga el follaje:


Ya regurgitado, posa.


Y como estamos cerca, decidimos dirigirnos hacia la subida por el arroyo de las Pintadas para hacernos los encontradizos con el grupillo que bajaba. Ninguno de los dos los decía, pero ambos rezábamos para encontrarlos en la cota más baja posible. ¡A que sí, Ete!


El cielo escuchó nuestras calladas súplicas y les encontramos antes de terminar el tramito de asfalto. Mírales qué contentos bajaban. Así van mucho más majetes que con las KTMs del diablo.


Justo desde allí, se divisaba este lugar tan "sherpa". ¿Lo reconocéis?


Vuelta por el mismo sendero, que estos chicos se lo habían ganado. A Ete le gustó tanto el vadeo, que se dio la vuelta y lo repitió. ¡Seguro que en febrero no se atreve!


Foto en la roca del musgo, mientras llamamos por teléfono al otro grupo escindido. Parece que se retrasan haciendo "ochos" y "eses" por esos bosques del Señor. Ya sabéis, el sherpa-Chomin, que no sabe lo que es una línea recta.


Hice una foto en la Boca del Asno para que vierais cómo estaba de coches, hasta los topes. ¡Y dirán que han ido al campo a disfrutar de la tranquilidad y el sosiego!


En Parque Robledeision, a la busca de un cervecita fresquita, y a ver la salida de la F1. Aún no hemos perdido la fe en Alonso-cabezón.


Cuando llega Chomin, nos enseñó el pedal (!!!). Lo llevaba en el bolsillo, que se le había caído bajando. Yo creo que lo hizo apropósito, para llevar la Yeti más ligerita, ¿no?


Y poco más. Solo contarte que tu primo, el sherpa-Sherpa, aprovechó bien el tiempo y montó un improvisado sostén (con perdón) para montar la tele en el jardín y ver la carrera mientras nos tomábamos la paellita.

Sale en el próximo número de Bricomanía
¡¡¡Y una paella que ya quisiera haber hecho @MCSantiaga!!! Muuu rica. Te aseguro que debajo de to'eso, había arroz.


Dejo de escribir porque nos vamos al Puerco. Me ha dado tiempo justito.

Pero esta te la cuento de palabra, ¿vale?

Se despide,

El sherpa-Tris


Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.