domingo, 16 de noviembre de 2014

¡Sabotaje!

Desagradable, desapacible, riguroso... ¡acerbo día! Vamos, que hoy ha hecho mu malitamente. Aquí vemos a Sherpol que, ya entrado en calores, se quita la rebequita, que tampoco es cuestión de cocerse uno en sus propios jugos. Acción que aprovechan los equipos rivales para adelantarnos por la retaguardia.


Viendo que nos rebasaban con arteras mañas, pusimos en marcha nuestro plan (en realidad lo teníamos previsto desde el principio) que era tomar el atajo(?) de la fuente del Chotete y Dos Cabañas. ¡Cómo nos gusta!


La cuesta de Dos Cabañas estaba hoy un poco resbaladiza, os podéis hacer una idea, por lo que un poquito de pie sí que tuvimos que echar. Pero sólo fue en un mínimo trozo de la cuesta del principio, que lo demás lo hicimos de un tirón.

Casi exactamente a 1700 comenzaba a haber nieve y al pasar lo ríos el paisaje estaba casi completamente blanco ¡cómo me gusta! si no fuese porque las raíces estabanpeor que el hielo.


Y en eso estábamos Sherpol y yo, que los demás estaban pagando los excesos de la tarde-noche anterior. Que tienen una edad y no son capaces de aceptarlo. Que se lo hemos dicho mil veces.


Al cruzar el arroyito de la pradera chozil echamos pie a tierra (luego no lo haríamos a la vuelta) porque un pequeño error de cálculo habría supuesto la congelación ipsofáctica de los pieses del sherpa-Pol, que los llevaba al pil-pil desde hacía un buen rato. Es lo que tiene llevar en una etapa así las zapatillas de entretiempo. ¿Cuándo es tu cumple, Pablo? Pídele al sherpa-Sherpa que te regale unas botitas de invierno ¡anda que no se notan!


Y el chozo, el nuevo chozo. ¡Anda que no me costó separarme del refugio para hecer esta foto!Hacía un viento helador y yo estaba con un par de litros de sudor empapando toda la ropa.


En el interior había overbooking, menos mal que habíamos hecho la reserva con Trivago, buscando en chozos de cuatro estrellas. Luego se quejaría el sherpa-Sherpa porque no nos recibió ningún conserje, ni aparcabicis... Digo que sería su día libre.

En el espacioso hall.
Allí nos encontramos con el hermano de David (se había quedado recogiendo hasta tarde los restos fiestiles y por eso no nos había acompañado hoy) y lo vimos totalmente recuperado, en plena forma. Para salir un día como hoy lo tiene que estar.

Al rato nos quedamos solos. Podéis confiar en nosotros, no hicimos nada. Bueno, estuvimos revisando las nuevas instalaciones y vimos que la zona del dormitorio había perdido anchura, lo que nos pareció un error. La carpintería bien, pero faltan un par de manos de barniz con previo lijado. Con eso y un tapetito de ganchillo seguramente quedará de lo más acogedor.


Estábamos repasando las ventanas y unas filtraciones en la chimenea, cuando se presentó el Trío Calavera, con sus guitarras, sus sombreros mejicanos y calzando espuelas.


En esta foto de familia no se ve al sh-Sh que estaba echando humo cosa exagerada, como en autocombustión. Los demás, perros viejos, llevábamos mudita limpia, otro par de guantes, en fin... A Pablo no le habría venido nada mal otro par de calcetines.

Mira Chomin, mira al pajarito.
Nos costó salir del abrigo del chozo, pero tarde o temprano había que hacerlo; así que más o menos bien abrigados, nos dispusimos animosamente a hacer una bajada divertida, que para eso iba Chomin abriendo camino.


Paro, —¡ay, amigos!— la vida es como una caja de bombones, y hoy habíamos escogido el caducado: desde la salida el querido lider (Kim Jong Un no, el otro) había notado un traqueteo malo al frenar, y mira tú por dónde que al parar para revisar qué pasaba, se encontró con lo inesperado. Tal como lo véis. El tirante cortadito como una raja de salchichón.


Tras repasar las opciones, a saber: quedarse en el sitio y morir irremisiblemente o bajar poco a poco como buenamente pudiera, se decidió por la segunda, a pesar que ya nos estábamos repartiendo entre los demás la mochila, el casco (me lo había pedido yo) y las demás pertenencias (los calzoncillos le habían tocado a Pablo, mala suerte).


Y con todo, no fue eso lo peor: a Joaquín, más conocido en el mundillo de la farándula como Ete, se le había desprendido el cuantakilómetros. ¡Más sabotaje! La cosa habría sido que al sh-Sh se le hubiera desprendido el cuantakilómetros porque entonces, y por la ley de la compensación, a Ete se le habría roto el tirante, teniendo así que cambiar de bici... Y el trato es que cuando él cambie de burra, yo cambiaré de burra. Pero no: como mucho se le romperá el tirante del pantalón, pero la bici de Ete es eterna, os lo aseguro.

Manos en actitud consternada.
Al sherpa le acompañamos un rato. Bien: si tengo que decir verdad, unos diez metros. Lo justo para hacer esta foto. La solidaridad sherpa es proverbial.


Tiramos p'abajo alargando un poco la bajada, ruta de Chomin, para hacer tiempo y coincidir más abajo, en Cossíos, con el desafortunado ex-rider.


El descenso hacia la Majada del Tío Blas para desviarnos hacia la fuente del Montañero y dar un par de volteretas más por ahí es ya un clásico. Pero estando peligroso lo hicimos, no despacio, pero sí con cabeza y a todos nos encantó.

Tramo pedestre. El único creo yo.
Incluso en los descensos más vertiginosos, a Domingo no se le escapa ni un ejemplar. Se trata en este caso de un Boletus Gelatus, de los de la sección de frío de Hipercor.


En la zona más baja los senderos seguían igual de peligrosos, pero los colores cambiaron radicalmente. El bosque parecía un semáforo: todo era rojo, amarillo y verde. Es... pectacular.


Mierda de foto, pero como me jugué el tipo (ya sabéis, guantes, cremallera, frío, raíces, suelta una mano un par de minutos...) voy y la pongo.


Al llegar a la puerta de Cossíos el sherpa aún no había llegado. Chomin y yo nos dimos una vuelta en su busca y, con esa excusa, nos hicimos el senderete que baja pegado al Carneros de extra-ball, jeje.


Al fin todos juntos enfilamos el camino más directo hacia unas cervecitas frescas-frescas. El sherpa podía montar en asfalto siempre y cuando no estornudara y no frenara con el trasero, con lo que no tardamos demasiado en llegar a nuestro destino.


Lo malo es que yendo despacito y soplando el viento como soplaba hoy, el carril bici se hace de lo más desgradable.

Miradle a la izquierda, pedaleando sin respirar.
En fin, que el cuñao ya tiene excusa para no salir unos cuantos domingos. Y siempre confiando en que los de Trek mantengan su palabra en eso de la garantía de por vida. Que hasta ahora, nos consta, han mantenido.

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.