domingo, 11 de enero de 2015

Linternas que cambian de modo: La solución... ¿refinitiva?

Las pasadas Navidades estuve leyendo algo sobre las famosas baterías que llevamos en nuestras linternas para las etapas nocturnas, a ver si encontraba la solución al problema que me (nos) traía a maltraer: el dichoso cambio de modo con el traqueteo de la bici, que no nos impedía disfrutar del paseete. En los lugares que no fueran llanos, la linterna se ponía a parpadear o, directamente, se apagaba.

El problema, por supuesto, estaba en las pilas: estas se movían dentro del receptáculo de la linterna interrumpiendo brevísimamente la corriente. Sencillo de detectar, pero no tanto de solventar.

Echando vistazos aquí y allá, a foros, a vídeos y a páginas varias, vi que las baterías que tengo no son iguales entre sí. Sobre todo, por un importantísimo aunque casi imperceptible detalle: el PCB.


Y llegué a alarmarme cuando me topé con este vídeo en concreto. Creo que después de verlo, ya no volveré a poner el papel de aluminio para que no se apague la luz (!). Aunque el peligro de cortocircuito está en la parte superior de la batería, que es donde se encuentran en realidad los dos polos y, por tanto, el peligro de que se conecten accidentalmente (el negativo, aunque esté en la parte superior, se lleva por debajo de la funda de protección de plástico hasta la parte baja de la batería con una conexión metálica).

Vídeo "Controlled" explosion of a UltraFire 18650 battery, que traducido significa "como te pase esto con la linterna en el casco, te cagas".



Fijaos en la diferencia de longitud entre las dos TrustFire (en los extremos, más largas) y las dos UltraFire (aún en el plástico, y allí se van a quedar) en el centro. La diferencia está en el PCB que tienen las primeras en la parte baja, el polo negativo. Se nota por el pequeño surco que se ve claramente marcado.


El PCB (Protection Circuit Board), es un circuito de protección que se le añade a la batería (¡o no!) y que la protege de cargas por encima de 4,2V, descargas por debajo de 2,75V y, además, de la sobrecorriente por un cortocircuito o por yo qué sé qué. Creo que esto de los 2,75V es la razón por la que se nos apagan de repente (al llegar a este límite), así, sin avisar, en lo más comprometido de esa trialera asesina. Entonces, el que se consuman poco a poco hasta apagarse por extenuación, por lo visto, es mala señal (batería sin PCB). Vamos, que yo sólo lo he leído por ahí, y que me lo creo. Que de electricidad o de electrónica sólo sé que los electrones son muy canijísimos y que corren mucho.

Total, que después de ver un par de vídeos más me decidí por forrar las baterías con tubo termorretráctil. Y aunque quedaban chulísimamente forraditas, el grosor era demasiado como para que entrasen en la cavidad de la linterna.

Tengo todo esto; si alguien quiere...
Estas son las linternas que pongo en el manillar y que a cada pequeño bote convierten mi bici en una discoteca rodante. Iluminan bastante bien, pero no había manera...


Y esta es la solución que probé este pasado viernes: una tira de un centímetro y medio de ancho y de la longitud necesaria para que sobresalga dos o tres milímetros al "calzar" las baterías dentro de la llinterna. Así no tengo problema a la hora de sacarlas. Antes ya lo había probado con desalentadores resultados con papel, cartón, plástico... El material de estas fundas (¿PVC o algo parecido?, no sé...) es ideal para el aunto, con su poquito menos de un milímetro de espesor.


La etapa-test, como digo, fue este viernes pasado. Preciosa tarde primaveral... de enero. La foto es del Soto de Revenga. Daban ganas de parar un rato y tomarse un bocata de tortilla francesa.


Había quedado con los RWR Huertas y Rueda. Éste me dijo que les llevara por la sendita del otro lado del embalse de Puentealta, la cañada y el bosque... ¡Para, para! ¿Tú sabes lo que dices, Joaquín? ¿Que os lleve yooooo...? Os juro que al cruzar la carretera en Revenga me equivoqué y casi les meto por otro camino. Entre los tres, nos dimos cuenta de que no era por allí. ¡Bien comenzamos!


La presa del pantano sí que era un camino que tenía claro. Pero dos rangers y un sherpa juntos... no sé, no sé...


¡Vaya tarde! ¡Y nos la queríamos perder!


Un poco de alpinismo simpre viene bien. Y yo tenía claro que el sendero estaba por allí cerca. Así que p'arriba sin rechistar.


A esta altura sobre el pantano comienza el senderete, muy bonito (y bastante oculto, por cierto).


Sube, baja, serpentea, se desdibuja entre la vegetación... Muy chulo.


Pero se termina pronto. Bueno, la verdad es que no llegamos hasta el final sino que, según lo esperado, nos perdimos en el último tramo y tuvimos que poner a prueba un par de veces nuestra legendaria flexibilidad (legendaria he dicho, que no portentosa).


Después de la pista americana nos esperaba la cuesta esa que hay en la cola del pantano, la de la cañada. Pues ya que estamos aquí, habrá que subirla del tirón, que para eso semos pofresionales de esto y hay que justificar lo que nos pagan.

Llegamos a lo más alto cuando el sol ya daba los últimos lametones a las doraaaaadas cumbres.


Joaquín culminando, no sin su miajilla de esfuerzo, la cuestarraca de la cañada, en la cola del revengano no revenguense, ni revengueño pantano.


De nuevo me confundí al meter a estos chicos en el bosque. Lo hice por un lugar que de hecho no me sonaba en absoluto. Pero yo, por hacer como que sabía, no dije ni "mu". Ellos, que son mu-respetuosísimos seguro que se daban cuenta, pero callaron como buenos amigos que son. Al final, remontando por un angosto paraje el arroyo de las Tejeras en un agradable arrastra-bike llegamos a la pista que habíamos buscado desde el principio. Y aunque esta foto aparezca con luz, poca quedaba ya.


Lo que digo: dos rangesr y un sherpa en el bosque de noche, nos podrían haber comido los lobos con total tranquilidad. Pero nosotros, inconscientes, nos íbamos fijando en lo que alumbraban nuestras linternas. Aquí, uno hito real (en Navatejera) que pasa inmediatamente a engrosar mi colección. Pocos me faltan ya.


Y ya que hablo de linternas, deciros que aunque pasamos por algunos tramos "interesantes" con piedras y raíces y di algunos botes fuertes, en ningún momento se me apagaron o cambiaron de modo. Las dos linternas me dieron una luz potente, constante y suficientemente uniforme en todo momento. Además, estrenaba un foco de cabeza (Teletubbie style) que completaba el conjunto y me quedaba moníiisimo.
El bosque a estas horas impone bastante, con su silencio y oscuridad. Menos mal que al final encontramos el camino correcto (nadie habría dado un duro por nosotros, lo sé) sin demasiada dificultad.

Aquí, en la pista del Peces. Pero en dirección contraria al susodicho collado, que ya no eran horas. ¡Aunque no habría estado mal!


Cerca de la Cruz de la Gallega, el cepusculino lubricán es captado como buenamente pude con mi fiel cámara. Exprimida a tope. No da pa-más. Y bastante da la pobre.


La última foto, en la portezuela que da a la cuesta que nos lleva hasta la cañada. Y después a Santillana. Y después al camino de los tanques. Y ya, por fin, a casa.


Muy agradable paseete, con muy buena compañía y agradable charla. A ver si se pone de moda entre los sherpas también esto de las salidas de los viernes, perfectas para "desengrasar" de la semana. Además, poco a poco ya va anocheciendo más tarde. Y, a las ocho en casa, da tiempo más que de sobra para las cañitas del viernes.

Un lujo.
Por cierto, hoy la etapa nos ha llevado (Pablo y David, a la vuelta se nos unió Ete)  hasta Cotos por los senderos de la izquierda de la CL-601. Han salido 55 Km durillos... pero sin crónica.

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.