domingo, 5 de abril de 2015

Epístola a Marcos

Querido Markitos:

Vayan estas breves y rápidas líneas para que no te sientas desatendido y solo en tu destierro sevillano.  Que sepas que la etapa de este domingo comenzó un poquitín retrasada por cuestiones de tensión cadenil, solventadas en cuanto Domingo se puso las gafas de Gepetto.


Decirte, también, que por mucho que les insisto a estos colosenses en que deben tomar siempre el camino recto, su único afán es ir por lo revirado y lo difícil, en fin, por la senda del mal.



Velos con tus propios ojos en estas fotos, yendo ya por las rocosidades, ya por las cuestizaciones más malísimas.


Ni siquiera se apiadaron del pobre hermano Boli que llevaba siglos sin salir. Pero casi mejor, que en un par de días se pone en forma y se vuelven las tornas.


Ya podía haber venido hoy Moisés con nosotros para apartar un poquitín las aguas, que mucho Mar Rojo y tal, pero nunca está cuando realmente lo necesitas.


Enlazando con la pista a la Fuente del Intendente.


Como nos empeñamos en hacer el último tramo sin echar el pie, llegamos arriba como se ve en la imagen. ¡Hasta me extraña que la foto no haya salido movida! No sabes, Marcos, lo que cuesta y cuántas veces te ves en el límite de las fuerzas subiendo hasta aquí. ¡Así tengo yo ahora los riñones!


El Maligno no hacía más que poner obstáculos y pruebas en nuestro peregrinar, mira que es, que no tendrá otra cosa que hacer; que ya podía matar moscas con el rabo mismamente.


Al pasar el Arroyo de Valdeclemente, yendo yo algo adelantado, vi a lo lejos caer a Pablo de la montura, como ya le había pasado camino de Damasco."Me ha cegado la luz, me ha cegado la luz...", ¡ya!. Lo que pasa es que se está haciendo mayor y está perdiendo facultades.

Un poquitillo más adelante, hicimos la buena obra del día quitando un pino del camino para que pudieran pasar otros, ya sean samaritanos o los del Frente Judáico de Liberación, que nos da igual.


Aquí, esperando el maná, que llegó en forma de frutos secos caducados en enero. Mu ricos. Pero como milagro, no cuenta.


Aquí nos ves iniciando el descenso desde la Fuente de los Ceniceros hasta Valdeclemente (la Fuente del Zorrillo), camino que yo no conocía. Aunque llamrlo camino es mucho decir.


Cuarenta días y cuarenta noches (o eso nos pareció) anduvimos perdidos, apareciéndosenos el Cojón del Tío Turmazas, nombre que no sé por qué me da que se lo ha inventado Chomin.


Chomin-Moisés (esta vez sí) nos condujo sabiemente interpretando las señales divinas, y finalizamos el antedicho vagar con éxito grande, aunque ves aquí a tu hermano Ete pelín torpe en el remate de la senda.

¡Un sherpa echando el pie!

Endespués bajamos por la vereda del Km 7, muy flow y todo lo que quieras, pero he de decirte que llamar bajada a lo que hicimos desde Ceniceros hasta Segovia puede entre equívoco y engañoso: No se dio ni un momento de descanso o solaz, sube y baja, baja y sube. Y cuando llegamos a lo poco llano, el verde se convierte en puritito velcro. Seguramente, también obra del Malignísimo.


Pero que nos da igual, que al final lo exorcizamos con unas cervecitas, ya tú sabes.

Da recuerdos a los tesalonicenses y demás etnias de Sevilla, Ithos.

Juan, 19:35

(Juan soy yo; 19:35 es la hora)

Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.