martes, 16 de mayo de 2017

Ronda 2017 - Entrega 1 - Hasta Alcalá del Valle

Comienzo. Ganas. Las piernas aún están lentas. Dejarse llevar. Fácil.

En Puerto Bilbao, delante en la foto, voy con ciclistas más hábiles que los de otros años. Pero alguno echa pie a tierra. Por fuera de la pista, a la derecha, subo sin problemas.


Romería. Me lleva la corriente, velocidad cómoda. Hacia Cortijo Castro, gente animando, como todos los años. Esta vez todavía no vemos a nadie que haya completado el bucle de Navetas. Me anima saberme más adelantado que en pasados años. A estos, claro, ya no les veo.


Estoy atento por si me pasa Javier con la Levo. Yo le veré; pero él a mí, seguro, ¡con este casco que llevo! Subiendo a las Navetas las piernas ya están despiertas. Tranquilo, no te emociones.


Pasado Ascari, un Ferrari blanco(!) se desahoga rugiente, esta foto me cuesta la pantalla de la cámara. Después de tantos años va a dar con una piedra mala. Me aparto a la izquierda y me bajo de la bici. Retrocedo quince metros para recuperarla. El año pasado también paramos aquí Ete y yo: problemas en los pedales automáticos. Recuerdo que había más barro.


Aunque las nubes no anuncuian nada bueno, no temo a la lluvia. Hace buena temperatura y si hay que elegir, prefiero esto a los cuarenta grados de hace años. Kilómetros gratis hacia Parchite. Más para las 29", que aquí van como balas. Nadie habla, nadie canta... Gente (mucho) más seria (y entregada) que en la mitad de la carrera.


Pasado Arriate, comienza la primera subida del día. Algo más de 5 kilómetros muy llevaderos. Si fuera solo. Un poco más adelante habrá que estar atento a los que van a mi alrededor y a sus trayectorias imprevisibles. Mejor ir buscando la rueda de alguien fiable, de alguien que no tenga pinta de irse a caer a la mínima dificultad.


Ufff... ¡Si le saco veinte años al que menos! En fin, en el 2006 iba con once años menos, pero también con menos fuerzas. No te quejes, da gracias. Y disfrútalo.


Anima mucho ver gente durante gran parte de la subida. Muchos son familiares y amigos de algún corredor. Otros, meros aficionados. En cualquier caso, como buenos andaluces, animados y divertidos en sus comentarios. Gracias, les digo, devolviendo sonrisas.


Así se sube fácil. Tampoco aprieta el sol. El terreno no está suelto como otros años. No des una pedalada mal, que la rodilla comienza a resentirse en el golpe del otro día; qué mala suerte caerse una semana antes de Ronda. Bueno, pudo ser peor. ¡Pero anda que darme en la rodilla mala...! Hielo, crema, antiinflamatorios durante la semana.


Esta zona me gusta, pero comienza lo delicado: cualquiera te puede tirar. Hago un poco de hueco, lo suficiente para sacar la cámara. Guárdala y no la vuelvas a sacar hasta arriba, que vais a ir muy pegados unos con otros. ¡Izquierda!, oigo. Como puedo apartarme, me aparto. Qué bien, uno que me abre paso durante unos metros. En la peor curva, hacia la izquierda, decido subir por fuera, por la zona de piedras malas, porque un ciclista se ha parado y ha montado un atasco importante. Tracciono bien, vuelvo al camino ya despejado un poco más arriba. Esto está hecho.


En el avituallamiento del Cortijo del Polear una bebida isotónica y una pieza de fruta, no hay que parar. Todavía llevo agua en la camel. Me aguanta hasta Alcalá, quedan algo más de 10 kilómetros. Y, si no, hasta Setenil. A aprovecharse del terreno, que es sencillo hasta allí.


Muchas veces en el camino me crucé con este grupo que iba con fats. Iban sueltos, bien, no como los que vimos el pasado año. Les perdí en el acuartelamiento, pero a uno le debió de ocurrir algo porque llegó a la meta separado, unos minutos después que yo.


En Alcalá del Valle no reparten los geles que esperaba. Da igual, no lo necesito por ahora. Y mejor para mi estómago. Ahora tengo que concentrarme en buscar los huecos para subir sin tener que echar pie a tierra. Algo menos de trescientos metros que llegan a tener un 30% de desnivel. Mucha gente animando, no les podemos defraudar, ¿no?. Con un poco de suerte (un ciclista, ya casi arriba, me golpeó el manillar al caerse) llego arriba de la cuesta con la sonrisa de la satisfacción pintada en la cara. Como siempre, recarga de autoestima al escuchar los comentarios del público hacia los que subimos montados. Dos retos de dos conseguidos hasta ahora. Las dos primeras cuestas (muy diferentes las dos), han "caído". Esto no pinta mal, porque la rodilla casi no me molesta: la estoy respetando, eso sí, con un pedalear rítmico y suave, siempre sentado en las subidas.


Por cierto que este es el kilómetro, el 49, Alcalá del Valle, que se corresponde a mi relato en el libro que han editado para celebrar el 20 aniversario de los 101. La sobrina Irene tiene el suyo en el kilómetro 46, para los curiosos.


Mitad de la prueba y todo está saliendo a pedir de boca. Espero que el resto del grupo sherpa-ranger esté en perfecto estado de revista. Luego supe que así era. Incluso disfrutando. Pienso en que va Irene hablando como una cotorra y Huertas callado como una tumba. Ignacio, a medias. La una de la tarde, no está mal.

A propósito, a esta hora daban lluvias...

4 comentarios:

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Trialera: Dícese de la parte del camino donde tus huevos abandonan su lugar para hacerle compañia a la garganta.